DARK
TRANSTORNOS
''Dismorfia de Snapchat''
SIDE
Trastorno dismórfico corporal
El Trastorno Dismórfico Corporal, anteriormente conocido como dismorfofobia, es un trastorno relacionado con la preocupación excesiva por la propia imagen corporal. Lo normal es que este trastorno comience en la adolescencia, sin embargo, cada vez más, se presenta a cualquier edad.

Querer poseer un cuerpo perfecto, siempre joven, nos va descomponiendo en pequeñas porciones que deforman la percepción. Mirarse constantemente observando cualquier parte del cuerpo como los ojos, el abdomen, las piernas… intentando mantener la perfección incluso, si es necesario, con cirugía son algunos de sus síntomas. Las personas que sufren de este trastorno están sometidos a la tiranía de la belleza física, desconectan de su cuerpo, dejan de escucharlo, sufriendo de una elevada ansiedad, se sienten culpables y atentan contra su salud con una mala alimentación, medicación u operaciones innecesarias.

Algunas de las causas del trastorno dismórfico corporal las podemos encontrar en la falta de autoestima, la propia inseguridad, la autoexigencia… El mundo de hoy exige alcanzar la perfección en diferentes ámbitos y también con el estereotipo de belleza, tanto en mujeres como en hombres. Es difícil sustraerse a este modelo cuando cada día nos lo muestran en todos los medios de comunicación.

Cuando solamente nos centramos en el cuerpo intentando conseguir ese ideal que nos muestran, nos olvidamos de que somos algo más y dejamos que nuestra personalidad se fragmente, estableciéndose una disociación entre el cuerpo y la mente.

Se puede pensar que “si mejoro mi nariz, si reduzco mis caderas, si consigo tener una cintura más pequeña, aunque para ello tenga que renunciar a un par de costillas, voy a ser completamente feliz“, sin embargo, cuando se alcanza ese objetivo sigue habiendo insatisfacción, entonces la atención se dirige hacia otro defecto a mejorar y luego a otro y así una y otra vez y en cada intento va aumentando la obsesión al igual que el vacío interior.
Anorexia nerviosa
Es el trastorno alimentario más importante por la gravedad a la que pueden llegar algunos casos. La traducción literal de anorexia nerviosa es “pérdida nerviosa de apetito” y es un trastorno por déficit de ingesta de alimentos. El sujeto que padece este trastorno tiene una necesidad implacable de adelgazamiento provocado por un miedo fóbico a la obesidad, por lo que siguen una dieta muy estricta y continua llegando a la inanición y en muchos casos a la muerte.

Entre los síntomas aparecen una severa restricción de la comida y la desnutrición consiguiente, distorsión de la imagen corporal, conducta de evitación del alimento, y diferentes repercusiones físicas como puede ser la irregularidad menstrual y más tarde la amenorrea o impotencia para el caso de los varones.
Bulimia nerviosa
La bulimia nerviosa es un trastorno alimentario caracterizado por los atracones y las purgas. Al igual que la anorexia, la persona está obsesionada con su “peso ideal” (distorsionado como la visión de su imagen corporal) y tiene miedo a la obesidad, buscando por encima de todo su delgadez.

La persona comienza a sentir una necesidad imperiosa de ingerir alimentos a toda costa y sin autocontrol. Después de estos episodios de sobreingesta o comúnmente llamados “atracones” el sujeto es invadido por sentimientos negativos de culpa que intenta subsanar mediante el vómito inducido, el uso de purgantes y laxantes o el consumo de anfetaminas.

Este comportamiento circular (necesidad comer - sentimiento de culpa – eliminación de dichos sentimientos) se produce una y otra vez constantemente perpetuando el cuadro bulímico. La influencia de los medios de comunicación y publicidad, las exigencias profesionales en algunos casos y la propia necesidad de integración social, pueden ser factores que predisponen a la persona a sufrir este tipo de trastornos.

Las edades más afectadas son las que abarcan la adolescencia, donde la autoestima tiene su mayor inestabilidad y la aceptación social y del grupo de referencia es la prioridad número uno, pero cualquiera puede ser vulnerable.