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ANTIGUA GRECIA
El canon de belleza de la Antigua Grecia se basaba principalmente en la armonía y las matemáticas. De hecho, para los antiguos griegos la simetría era el símbolo de la belleza y la perfección.

Precisamente basándose en las matemáticas, el escultor Policleto (famoso por sus esculturas de atletas) desarrolló el ideal de belleza conocido como la ‘divina proporción’. Esta regla marcaba que el cuerpo debía medir siete veces la cabeza para que tuviese las proporciones perfectas. Más adelante, el también escultor Lisipo cambió esta medida, indicando que el cuerpo debía medir ocho veces la cabeza. Dicho cambio se vio reflejado en las esculturas a partir del siglo IV a.C., que empezaron a ser más estilizadas.

Las mujeres ideales en la Antigua Grecia eran de miembros pequeños, delgadas pero con caderas anchas y muslos generosos, cabello ondulado, senos pequeños y torneados, ojos grandes, nariz afilada y mejillas, boca y mentón ovalados. En cuanto a los hombres, el ideal de belleza eran los cuerpos altos, atléticos y musculosos, con piernas largas, mucho cabello, nariz y mandíbula poderosa, ojos amplios y boca pequeña.

Los griegos cuidaban mucho su cuerpo, razón por la cual no toleraban la grasa ni lo senos voluminosos. También se tenía en cuenta la destreza física, la delicadeza y la consonancia en las formas. Actualmente existe un culto al cuerpo parecido al que practicaban los antiguos griegos (del 1200 a.C a 146 d.C), cuando los cánones de belleza se basaban en la simetría perfecta y la armonía de esta proporción clásica se perseguía mediante el deporte y la buena alimentación.
CANONES HISTORICOS DE LA BELLEZA
EGIPTO
Más tarde en el Edad Media, y debido a la definitiva implantación y expansión del Cristianismo, la belleza pasó a ser por y para Dios. La belleza era creación divina porque solo Dios podía crear belleza a su imagen y semejanza. Aunque es en esta época cuando el canon cambia y ya no es, por lo menos primordialmente, una belleza material o física.

Es entonces cuando surge el concepto tan manido de “la belleza está en el interior”. La verdadera belleza radica en la espiritualidad y la bondad porque tales rasgos no desaparecen con los años. Por otro lado, conforme van pasando los años, el canon de belleza también resulta influenciado por los pueblos del norte de Europa, que unido a la fe y la moralidad cristianas, terminaron de imponer lo que sería la moda de aquellos años. La forma de vestir se caracterizó por la ausencia de maquillaje, después de todo, las personas habían sido creadas a imagen y semejanza de Dios, y no necesitaban tales artificios.

Todo esto lo sabemos porque ha quedado reflejado en el arte. Como también tenemos constancia de la censura existente a la hora de representar desnudos artísticos, pues la moral cristiana los consideraba impúdicos.La mujer ideal tenía la piel blanca, largas melenas rubias recogidas en moños, ojos pequeños pero vivaces y complexión ósea claramente nórdica.

EDAD MEDIA
Los cánones de belleza en Egipto, por lo general se basaban en personas delgadas y esbeltas con ojos y cejas marcados con Khol tanto para mujeres como para hombres; rostros blanquecinos con cabellos teñidos y rizados. Sus cuidados estéticos se basaban en la depilación extrema y el uso de aceites perfumados tras el baño.

Las dos figuras femeninas más importantes de la cultura egipcia, además de marcar los cánones de belleza de la civilización; fueron Nefertiti y Cleopatra.

Los egipcios crearon el khol de ojos que enmarca la mirada, lo que demuestra la imposición que siempre ha tenido para las mujeres mostrarse más bellas y majestuosas con joyas o con maquillaje. En el Antiguo Egipto maquillarse era todo un arte casi divino.

Aunque el culto al cuerpo viene de antes. Los antiguos egipcios (2955 a.C – 322 d.C) ya se maquillaban, aunque no fuera solo por estética, sino también para proteger la piel del sol y ahuyentar a los insectos. También usaban un polvo de los ojos (khol), que además de embellecer el ojo, servía de colirio y tenía propiedades antisépticas. Todo esto, además del detalle que prestaban a la ropa y, sobre todo, a las joyas.

La reina representaba perfectamente el canon de belleza de la época; figura y cuello esbelto y cráneo alargado. En Egipto, el tamaño del cuello era muy importante para poder definir el tipo de persona; así si se tenía un cuello largo y esbelto se consideraba una persona inteligente e inquieta; en cambio si el cuello era corto y ancho significaba una persona irritable.
RENACIMIENTO
Mirando a la Grecia y a la Roma clásica, en el Renacimiento se pusieron las bases de lo que es considerado bello actualmente: ciertas proporciones en la silueta y en el rostro que buscaban la simetría y seguían las medidas de la razón aurea.
En el Renacimiento se idealizaban las largas melenas rizadas de cabellos rubios o rojizos, piel blanca, rasgos delicados, y una silueta de pechos y caderas pequeños que tiene su culmen en la Venus de Botticelli. Eso sí, se apreciaba un abdomen redondo muy lejos del six-pack marcado que ahora se venera.

El Renacimiento se cimienta sobre estas tendencias de finales del medievo, como bien muestra, por ejemplo, “La dama del armiño” (Leonardo da Vinci, 1490), pero ésta es también una época floreciente, de renovación, de descubrimientos, en la que se lucha por dejar atrás las supersticiones del oscuro medievo y se parte de la última época que se consideró de esplendor, la épica clásica. No obstante, es imposible de desprenderse de los 1000 años anteriores. Así que aquí también se estilaba la tez blanca del periodo anterior, pero las formas son más redondeadas, los manos y los pies pequeños, las caderas también redondeadas y, en contra de la austeridad anterior, los labios y las mejillas se visten con un poco de carmín, lo suficiente para demostrar lozanía.

Más tarde, a pesar de la moralidad todavía reinante durante el Renacimiento, era tanto el afán por demostrar la perfección del cuerpo humano que se muestra desnudez en las obras. Sólo hay que pensar en El David de Miguel Ángel, o en nuestro buen amigo Leonardo da Vinci, que dedicó gran parte de su trabajo a a recuperar y evolucionar la armonía de las proporciones clásicas (como demuestra, su “Hombre de Vitrubio), llegando a la proporción áurea representada por el número 1,618. Es curioso, como entendió que la belleza y las matemáticas iban de la mano.



BARROCO
Ya en el Barroco (siglo XVII y siglo XVIII), la tendencia fue más o menos la misma, pero como uno de los elementos distintivos, ahora le toca el turno a las pelucas, tanto en hombres como en mujeres, además del abuso de perfume, los polvos blancos en la cara y el cuerpo o maquillarse y recalcar las venas. Sin olvidar, por supuesto, la tortura de los corsés, que literalmente llegaban a privar de aire a quienes los vestían, produciendo desmayos y malformaciones óseas. Por otra parte, además de la abundancia de joyas, fue en esta época cuando se conoció el concepto moderno de maquillaje. Aunque por aquél entonces, hombre y mujeres se pintaban en la cara un lunar negro que, dependiendo de su posición, podía tener uno u otro significado.

El ideal de belleza de la época barroca se caracteriza por el uso de pelucas tanto en hombres como en las mujeres, cuando el uso de los perfumes, carmines, lunares pintados y peinados pomposos era frecuente. Se puede clasificar a esta etapa como la época de la coquetería , la pomposidad y del ideal de belleza artificial.

Posterior (datada de 1630 aprox.) es la obra de Rubens Las Tres Gracias, un pintor barroco que destacó a las mujeres por sus curvas, sin prescindir de la celulitis ni las carnes flácidas, pero reflejando la sexualidad, la fertilidad, y la belleza de una manera fascinante.




ROCOCO
Mujeres dulces de ojos grandes, con rubor en las mejillas y en los labios servían de inspiración a los artistas de la época. La piel era blanca e impoluta, mostrando vitalidad y sensualidad. Frente al realismo del barroco, el gusto del Rococó es más exquisito y delicado.



ROMANTICISMO
Los largos cuellos eran venerados, y los vestidos con corte imperio provocaban que el escote fuera la zona con más protagonismo de la silueta femenina, mientras que la cintura y la cadera pasaban a un segundo plano. Se amplía el concepto de belleza, para pasar a una mayor expresividad.



EPOCA VICTORIANA
Lo que verdaderamente llama la atención de ésta época es el uso de los corsés para estrechar al máximo la cintura y realzar el busto y las caderas. Estos apretados elementos dejaban sin aliento a muchas mujeres, provocando desmayos o incluso la muerte por la deformación del tórax, que acaba estrujando los órganos vitales.
Modelo de mujer ideal: Cualquier mujer con un corsé bien apretado pero que aún estuviera viva.

Una cintura estrecha era el ideal victoriano, así que las mujeres empezaron a utilizar corsés de manera casi obligatoria. Para palidecer su piel, las mujeres victorianas lavaban su piel con amoniaco y pintaban su rostro con pinturas con base de plomo, demostrando que belleza y salud no siempre han ido unidas de la mano. En la pintura victoriana predomina la melancolía, y el carácter ensoñador de la mujer.



PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
Desde el estilo andrógino de los años 20, el siglo XX llegó para demostrar que las mujeres queríamos romper las reglas sobre nuestro papel en la sociedad. En el siglo pasado resurgió una mujer fuerte, independiente, pero aún así muy al tanto de las tendencias de moda y belleza. El maquillaje y la ropa se vio como una manera de reflejar nuestra personalidad, la rebeldía y las oportunidades que tenemos como mujeres. Numerosas artistas mujeres como Sonia Delaunay, Tamara de Lempicka, Natalia Gontcharova, Georgia O’Keeffe o María Blanchard cambiaron la visión de la mujer con sus obras.

El canon machista de belleza femenina lo marcan las caricaturas del dibujante Charles Gibson. La Gibson Girl es el ejemplo a seguir por las jovencitas de la época: sumisión y obediencia complementado con pechos altos, caderas anchas y nalgas prominentes.

Coco Chanel fue sin duda la inspiración de muchas mujeres en los años 20. Trajo consigo la propuesta de un estilo sencillo, cómodo, elegante y original. Fue la precursora de las pieles bronceadas, al abandonar la sombrilla y crear trajes de baño que dejaban ver las piernas. Es en esta década en donde surge el estilo “flappers” caracterizado por poco busto, corte de pelo estilo bob, vestidos cortos que dejaban ver los tobillos y comportamientos escandalosos como fumar en público.





En la década del 30 se pone de moda lograr un aspecto juvenil. Se empieza a seguir el estilo de las actrices de Hollywood de la época, representantes de la belleza ideal, tales como Jean Harlow y Marlene Dietrich. Ese ideal estaba compuesto por una cabellera rubia platinada ondulada, labios carnosos, cejas altas y dibujadas en arco. En esta década se imponen también las uñas pintadas.




Rita Hayworth fue el ideal de belleza de los años 40. Su estilo de cabello y maquillaje marcó la tendencia más absoluta en esta década. En los ‘50, los íconos de belleza fueron la francesa Brigitte Bardot y la británica Audrey Hepburn, quien afirmaba que la belleza exterior era un reflejo de la belleza interior. Su rol en “Desayuno con diamantes” dejó en claro el estilo de esta bella actriz: elegancia, delicadeza y delgadez. Marilyn Monroe, por el contrario, emanaba glamour con su cabellera rubia platinada, su cuerpo curvilíneo, sus labios rojos y vestidos entallados.




A partir de los años 50, el ideal de una mujer bella tenía que ver con labios carnosos, cuerpos voluptuosos y femeneidad. Hasta que la modelo británica Twiggy hizo su aparición en la década de los ‘60 y transformó por completo el ideal de belleza femenino. La delgadez se convirtió en un ícono para toda una generación, junto con el look andrógino. Twiggy (“Ramita”), como la llamaban por sus delgadas piernas, con el pelo corto, rubio, sus grandes ojos redondos marcados con pestañas postizas y con tan solo 16 años se convertía en un emblema





El ideal de belleza de los ‘70 estaba destacado por el bronceado, las melenas, el cuerpo delgado y tonificado. Figuras atléticas con poco maquillaje eran los modelos a seguir de aquella época. La actriz Farrah Fawcett es considerada como una de las mujeres más bellas de los años ‘70.




La llegada de los años 80 trajo consigo la excentricidad y los excesos: hombros extra large y cintura extra fina resultaban el hit de la década. Las mujeres fueron tomando el poder, empezaron a trabajar y lo afirmaron claramente, es la década en la que surge la “mujer de los negocios”. Se llevaban las uñas largas con manicura roja escarlata y los brushings. Lo importante era brillar, llamar la atención. Madonna fue un claro modelo a seguir durante esta década. El fin de esta época marca el inicio de la era de las “súper modelos” que rige hasta la actualidad. Kate Moss, Claudia Shiffer, Naomi Campbell, Cindy Crawford son las reinas indiscutibles.




Con el inicio del tercer milenio, la belleza se convirtió en sinónimo de delgadez. Modelos como Kate Moss y Cara Delevingne con sus cuerpos ausentes de curvas y actrices como Keira Knightley o Natalie Portman son claros ejemplos de esta tendencia. Con el paso de la primer década del año 2000, se empieza a reivindicar esta tendencia con mujeres con curvas y siluetas definidas tales como como Jennifer Lopez, Beyonce o Scarlett Johansson. Modelos como Heidi Klum o Gisele Bundchen también resultan íconos esta época y otras más jóvenes, como Gigi Hadid y Kendall Jenner, marcan el fin de la era

La tecnología, la globalización, las redes sociales, el photoshop, los blogs y las it girls son los nuevos dictadores de los ideales de belleza y ¡ahora sí que vale todo!. Cada vez más mujeres se identifican con cuerpos naturales y rechazan la delgadez extrema. Es ahora cuando se comienza a conceder espacio a la gente que está fuera del ideal de belleza antiguo y tienen sus propios ideales, sus propias reglas.
SIDE
DECADA DE LOS 30 A LOS 80
HOY
Cuando se habla de cánones hisitoricos de belleza la gran mayoría hacen referencia a la belleza de la mujer únicamente, cuando buscamos en internet ''cánones de belleza'' nos aparecen los cánones históricos sólo de mujeres, si quieres encontrar cánones masculinos tienes que buscarlo expresamente y es mas difícil encontrarlos.